“Los Soprano”, la serie dramática criminal que sigue a un capo de la mafia ítalo-americana de Nueva Jersey que inicia un tratamiento psicológico tras sufrir ataques de pánico, cumple 25 años de su estreno convertida en un verdadero ícono, considerado por especialistas no sólo como el título que inauguró una nueva “Edad de Oro” de la TV sino tal vez como la mejor ficción en la historia de la pantalla chica.
Creada por David Chase y estrenada en HBO el 10 de enero 1999, el relato sobre Tony Soprano y sus traumas al tratar de compaginar sus dos núcleos de pertenencia -su familia y “la familia”- retomó los existentes arquetipos del género cinematográfico de gangsters y los llevó a nuevos límites al servirse de las posibilidades que ofrecía el formato episódico y la voluntad de romper moldes que demostraban por entonces los responsables de la señal de cable.
La premisa misma suponía novedad: Tony, encarnado por el inolvidable James Gandolfini, un jefe de nivel intermedio-alto de un grupo de mafiosos de Nueva Jersey sufre varios colapsos nerviosos mientras intenta encontrar el balance entre sus actividades “laborales” y su vida familiar suburbana. La solución, a regañadientes, someterse a terapia psicológica.
A diferencia de lo que ocurría con “Analízame”, la comedia con Robert De Niro y Billy Crystal que paradójicamente llegó a los cines dos meses más tarde, la psiquiatra Jennifer Melfi (Lorraine Bracco) no trae soluciones mágicas. Tony encontraba en el consultorio un espacio para trabajar su inconsciente, y un problema potencialmente mortal: ni su esposa Carmela (Edie Falco) ni sus colegas de oficio podían enterarse de que hacía terapia, o se derrumbaría su imagen de “duro” y podría costarle todo lo que tiene.
Chase enriqueció la trama a través de un elenco coral de personajes multidimensionales, muchos de los cuales tuvieron importante desarrollo a lo largo de sus seis temporadas: entre ellos la despreciable madre de Tony, Livia (Nancy Marchand), el envidioso tío Corrado “Junior” Soprano (Dominic Chianese), el protegido Christopher Moltisanti (Michael Imperioli), la novia de este, Adriana (Drea de Matteo) y los infaltables secuaces del capo, Paulie Gualtieri (Tony Sirico) y Silvio Dante (Steven Van Zandt).
En sus 86 episodios (hoy disponibles íntegramente en HBO Max), “Los Soprano” trajo nuevamente temas recurrentes en las historias de gangsters, como la relación intrincada del crimen organizado y el “progreso” de la economía en Estados Unidos, pero impulsó novedades como un retrato del rol de las mujeres en las familias ítalo-americanas, especialmente al introducir papeles femeninos fuertes en un género que nunca las tenía y, en contraposición, al destacar el aspecto humano y hasta vulnerable de los hombres de ese mismo mundo.
Estuvo entre las precursoras en llevar a la TV la estética del cine, en realzar la música en la pantalla chica, también en el desarrollo de arcos narrativos más complejos (que se extendían toda una temporada, y no seguían el habitual estilo auto-conclusivo en cada capítulo).
También popularizó al protagonista antihéroe, un arquetipo que puede rastrearse en los orígenes griegos de la literatura y que llevaba largo recorrido en cine, pero que encontró en Tony Soprano un nuevo significado. Un hombre capaz de los crímenes más terribles pero vulnerable y amoroso con su familia se corría de la moral que solían seguir las series de la época.
El personaje terminó con el fin de la serie en 2007 -en un desenlace con un corte de plano a negro que todavía hoy genera enfervorizadas discusiones entre los seguidores- pero su marca es indeleble.
Su impacto, y la insoslayable interpretación que hizo Gandolfini, puede resumirse con una cita de Vince Gilligan, creador de otro fenómeno como fue “Breaking Bad”, que tras la muerte del actor en 2013 admitió: “Sin Tony Soprano, no habría habido un Walter White”.
Por todo esto, y por dar origen a una innumerable cantidad de análisis, controversias, parodias, libros, un videojuego, podcast y merchandising, es que para los estudiosos de la cultura pop “Los Soprano” puede considerarse probablemente la mejor serie de la historia, la que hizo instalar a HBO como un sinónimo de calidad y riesgo, y el puntapié inicial para la llamada “Segunda Edad de Oro de la TV” -claro que esta misma también es una categoría sujeta a debate-.
“The Wire”, “Six Feet Under”, “Lost”, “Mad Men”, “Breaking Bad”, “House of Cards”, “Fargo” y decenas de otras que vendrían después tienen huellas de “Los Soprano”, y solo con nombrarlas se da una muestra de la dimensión del legado de este título.
La nueva etapa dorada de las series comenzaría a morir con las llamadas “guerras del streaming” de los últimos años, que trajo títulos en cantidad pero cada vez menos rupturistas. La tónica actual es ya otra cosa: proliferan las franquicias, la adaptación de videojuegos, literatura y cómics, los spin-offs, que atraen público por millones, pero caen en el olvido fácilmente.